El origen indígena del castro de Pendia

. miércoles, 8 de abril de 2009
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Antonio García y Bellido excavó en los años cuarenta del pasado siglo el conjunto de viviendas del interior del recinto amurallado del castro de Pendia, en Boal. Desde entonces ha habido dos corrientes interpretativas del momento fundacional del asentamiento, un debate que acaba de darse por zanjado con los datos obtenidos tras los últimos trabajos de consolidación y acondicionamiento de las estructuras del castro. Esa intervención ha permitido constatar el origen indígena del yacimiento y la ocupación del poblado entre los siglos IV y I antes de nuestra era.
La historia arqueológica de Pendia parte de mediados del siglo XX. En ese primer momento se profundizó en el estudio de las cabañas, quedando casi intactas las murallas defensivas y los fosos.
A partir de esas actuaciones el poblado adquirió una gran fama gracias a los estudios publicados por Juan Uría Ríu y García y Bellido. Sin embargo, fue muy poco lo que se indagó sobre este primitivo poblado de Boal hasta la puesta en marcha del plan arqueológico del Navia-Eo.
Las nuevas intervenciones, dirigidas por Ángel Villa Valdés y Fernando Rodríguez del Cueto y promovidas por la Consejería de Cultura y el Ayuntamiento de Boal, constataron una importante degradación en las estructuras, potenciada en parte por las visitas y no menos por el crecimiento invasor de la vegetación que fue arrasando lo poco que había dejado en pie la primera excavación arqueológica, los expolios y la exposición de los muros a la intemperie.
El castro de Pendia fue, dada la precaria situación que presentan sus ruinas, uno de los primeros objetivos del plan arqueológico de la cuenca del Navia. Los trabajos desarrollados durante los últimos años se han planteado para exhumar la totalidad de las estructuras y profundizar en el conocimiento de sus contenidos de cara a una fidedigna restauración.
En ese proceso se ha confirmado la presencia de elementos inéditos de relevancia en la interpretación y conocimiento histórico del yacimiento, datos que han servido para corroborar que la fundación del poblado se remonta a la Edad del Hierro, varios siglos antes de que se consumara la conquista romana de los territorios tramontanos.
El origen y antigüedad del asentamiento de Pendia fue durante mucho tiempo causa de confrontación entre investigadores. El desacuerdo estaba sustentado en dos realidades: por un lado, la que presentaban los materiales exhumados, de una antigüedad que hacía pensar en un primer poblamiento prerromano y, de otro, la naturaleza de las estructuras constructivas de características y cronología plenamente romana.
Para algunos arqueólogos no había lugar a la duda: los materiales más antiguos no contaban con un contexto fiable, lo que claramente se inclinaba a favor de la posición que defendía el origen en época romana, es decir, a partir del siglo I. Según este criterio, Pendia había nacido como un asentamiento romano vinculado a las explotaciones auríferas de las montañas del Occidente. Pero esta tesis, al igual que sucediera en otros poblados prerromanos del Occidente, ha podido desmontarse en los últimos años gracias a las rigurosas investigaciones proyectadas en toda la zona.
La tipología constructiva de las cabañas y de los edificios termales, así como la estratigrafía de otros materiales hablan de una ocupación prolongada y de un origen antiguo. Todo ello ha quedado probado con las dataciones de varias muestras que confirman la ocupación entre los siglo IV y I a. de C.

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